En Karate el término Kime se emplea muchísimo. Debe ser algo importante, porque aparece en todos los estilos. Incluso probablemente (con este nombre o con otros) está presente en la mayoría de las artes marciales. Pero ¿realmente tenemos claro lo que es kime?
Tal vez podría definirse como la «concentración de la energía». Si tenemos en cuenta que en un bloqueo o en un golpe se produce un impacto , concentrar toda nuestra energía en ese instante y en el punto de contacto parece interesante ¿no crees? Sin embargo esto no es sencillo, y hay varios factores que debemos tener en cuenta:
1. ¿Qué energía es la que empleamos?
La respuesta estándar a esta pregunta es sencilla: «el Ki» (aunque muchos respondan simplemente por inercia, y no entiendan realmente de lo que estamos hablando). El hecho de que la palabra «Kime» empiece por «Ki» es una feliz casualidad, pero desde luego la energía Ki es un tema bastante delicado, y no entraremos en esta ocasión.
Entonces ¿qué energía es la que debemos utilizar para tener Kime? Podemos decir que lo ideal es reunir toda la energía o la fuerza que esté a nuestro alcance. A través de un apoyo sólido, utilizando nuestro peso y la gravedad, el desplazamiento, las palancas óseas, la contracción muscular, etc… Con todo eso podemos desarrollar bastante energía ¿no crees?
Y no es una cuestión mística, sino puramente física. De momento, y hasta que alcancemos una comprensión más profunda de lo que es el Ki, vamos a tener que conformarnos con eso para conseguir un buen kime. ¿O tal vez estamos hablando de lo mismo? El Ki (recuerda, la energía) proviene, según la tradición oriental de la respiración y la alimentación. De hecho, el kanji «Ki» incluye los símbolos que representan el aire (respiración) y el arroz (alimentación). Ese combustible se transforma en energía en el cuerpo a través de reacciones químicas, y parte de ésta se destina al movimiento. Por tanto, el movimiento del cuerpo no es más que una manifestación del Ki ¿no te parece?
2. ¿Cómo concentramos la energía en el punto oportuno?
Bueno, ya sabemos que podemos desarrollar fuerza por muy diversas vías pero… ¿cómo reunimos toda esa energía en un momento y un punto de aplicación concretos? En Japón, el aprovechamiento del Ki suele estar ligado a una palabra: armonía. Pero en este caso, como profanos occidentales que somos, emplearemos un término similar, aunque distinto: coordinación.
Hemos señalado que hay muchos factores, relacionados con el movimiento, que pueden sumar energía a una técnica. Cada uno de estos elementos debe intervenir en un instante preciso y de manera coordinada, para que esas energías o fuerzas vayan sumándose las unas a las otras. Por ejemplo, podemos partir del apoyo en el suelo y del impulso de las piernas para transmitir fuerza a las caderas. Éstas trasladarán la energía de las piernas, más la suya propia, al tren superior, que la recogerá y aumentará hasta poder utilizarla, a través de los brazos, en el combate. A esto se le llama cadena cinética.

La cadena cinética supone la intervención de todos los elementos que participan en la ejecución de una técnica de manera coordinada, de forma que suman sus fuerzas y aumentan el kime
Lo mismo hace un lanzador de jabalina o un tenista. El efecto es similar al de un látigo que va transmitiendo la energía desde el mango hasta la punta para hacerla restallar con fuerza. Pero para ello, el látigo tiene que ser flexible, y nuestro cuerpo también. Para ello suele emplearse la respiración. Espirando durante la realización de la técnica, nuestro cuerpo se va relajando, de manera que es posible que la fuerza vaya transmitiéndose de unas partes a otras.
Por supuesto, cada gesto es diferente y tiene su propia mecánica de movimiento, a fin de que todos los elementos que la componen jueguen su papel de forma oportuna, y se vayan sumando unos a otros. Este patrón ideal es lo que llamamos «técnica». Muchas veces, de los grandes maestros se dicen cosas como :»se mueve con una naturalidad…» o «lo hace todo sin esfuerzo». Pues ese es el resultado de utilizar todos los recursos a su alcance de una manera óptima. Ése, amigo, es el resultado de estar en armonía con el Ki o, si lo prefieres, de una excelente coordinación.
3. ¿Cómo la transmitimos al adversario?
Este punto debería ser sencillo: con la energía procedente de todo el cuerpo (según hemos visto) se bloquea, se golpea, se proyecta… y ya está. Pues, lamentablemente, el las artes marciales lo complicamos un poco.
En el estilo de karate Shotokai, por ejemplo, el concepto de Kime es muy difícil de entender. Sobre todo en las técnicas al aire, porque consideran que no hay kime si no hay contacto. Así que la técnica realizada al aire continuaría si no encuentra algo que golpear. Vamos, que si queremos dar un tortazo con fuerza y ponemos toda nuestra energía, no paramos la mano cuando llega a la cara del otro. Y si éste quitase la cabeza la mano pasaría de largo, no se detendría. Tiene sentido ¿no?
Al detener la técnica estamos empleando una tensión opuesta al movimiento, lo que lo frena y reduce la transmisión de fuerza. Todas las disciplinas marciales hablan del equilibrio entre tensión y relajación, pero cada una lo sitúa en un punto distinto. Evidentemente, en el momento de contacto los músculos que realizan la acción estarán contraídos (si no no habría movimiento), pero es necesario que igualmente los antagonistas estén relajados para no entorpecer la acción. Entonces ¿no se puede detener la técnica al aire? Sí, sí se puede. El problema es que a veces se confunde el kime con «pararse en seco». Esto puede crear un sensación de fuerza, pero en realidad es un exceso de tensión ,entorpece el gesto y reduce la transmisión de la energía.
Cuando trabajamos al aire, debemos ser conscientes de que el momento de impacto se produciría justo antes de la detención de la técnica, y concentrar nuestros esfuerzos en que en ese instante estemos utilizando toda la energía. En ese momento, nuestro cuerpo debe tener también una estructura adecuada para vencer la resistencia que supondrá contacto con el oponente, lo que obliga también a que haya cierta tensión en el tren inferior, el abdomen y la región lumbar, etc… Pero ojo: ¡la justa y necesaria! ¡Ahí radica el problema! Una vez pasa ese brevísimo instante en el que se produce o se produciría el contacto, la técnica ha terminado, y debemos disponernos para realizar (de la forma más natural y continua posible) otra más, y otra, y otra… esos picos de energía, esos momentos de contacto en los que la fuerza es máxima, eso… eso es el kime. Si después del contacto seguimos transmitiendo fuerza estaremos simplemente empujado.
Permíteme una anécdota: se cuenta en Okinawa que una vez se encontró a varios bandidos tumbados en el suelo, retorciéndose de dolor con las manos sobre el estómago. Nunca se supo quién les había vencido, pero se atribuyó el hecho al maestro Itosu, porque estaban todos tumbados bocabajo. ¿Y qué tenía que ver que estuviesen bocabajo con Itosu Sensei? Pues en Okinawa sabían que debía haber sido un gran maestro, porque los golpes fueron tales que los bandidos no cayeron hacia atrás (lo que habría sucedido con un empujón) sino que se inclinaron hacia delante como consecuencia del impacto.
Resumiendo, para tener un buen kime es necesario emplear adecuadamente el cuerpo, sumando a través de una buena coordinación y del uso de la respiración todas las fuerzas posibles, y logrando en el momento del contacto un equilibrio entre tensión y relajación que permita transmitir esa energía al adversario. Parece sencillo ¿o no?
Juan Antonio García Ruiz
www.karatekidokan.com
REFERENCIAS
GARCÍA J.A. «Ki(Chi): de la visión global a la personal» Blog Kidokan
GARCÍA J.A. «La cadena cinética en las artes marciales» Blog Kidokan
GARCÍA J.A. «Relajación y Tensión: 4 pasos hacia el equilibrio» Blog Kidokan
GARCÍA J.A. «Ki(Chi): de la visión global a la personal» Blog Kidokan
GARCÍA J.A. «6 aspectos que te interesan de la respiración Marcial» Blog Kidokan
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