Las artes marciales ofrecen grandes beneficios a sus practicantes. Y en los últimos años se están desarrollando las que se han llamado «artes marciales adaptadas», destinadas a personas con algún tipo de discapacidad física o intelectual. Y el trabajo que desarrollan estos chicos y chicas en el tatami con sus profesores es encomiable y digno de admiración. Sin embargo, su práctica plantea algunos interrogantes: ¿todo el mundo puede practicar artes marciales? ¿hasta qué punto debe cambiar o no un sistema para ajustarse a las necesidades del practicante? ¿puede adaptarse un arte marcial manteniendo su identidad? Desde hace tiempo tengo la intención de plantearos este tema, y no me he atrevido a hacerlo hasta ahora por miedo a herir sensibilidades. Nada más lejos de mi intención. No obstante, creo que es un debate muy interesante y me gustaría pulsar vuestras opiniones al respecto.

Es evidente que hay muchos tipos de discapacidad y que cada caso particular tiene también respuestas particulares a estas preguntas. Y hay diferencias significativas entre discapacidad física, psíquica y sensorial, porque sus condicionantes son muy distintos. Soy muy consciente pero, aunque emplearemos como ejemplo el caso de una persona en silla de ruedas, creo que en líneas generales podemos definir diferentes formas de entender las artes marciales adaptadas, aplicables a los diferentes casos concretos:

• Por una parte hay quienes defienden las artes marciales adaptadas como una forma de desarrollo personal y de socialización, de manera que se producen adaptaciones mínimas y se practica el sistema lo más parecido posible al original. Los cambios en este caso serían los justos y necesarios. Por ejemplo,se correspondería con esta visión de las artes marciales adaptadas la ejecución de las  formas de karate por personas en silla de ruedas sustituyendo los pasos y giros habituales por desplazamientos en la silla.  Esto permite la práctica conjunta con otros practicantes independientemente de que tengan una discapacidad o no y del tipo de discapacidad. Sin embargo, compromete la aplicabilidad de las técnicas.

• También hay personas que abogan por adaptaciones más profundas, dirigidas específicamente a hacer funcionales las artes marciales practicadas por personas con discapacidad. Esto permitiría practicar artes tradicionales, pero aquellas que se ajusten a las necesidades específicas del practicante, o bien requeriría la especialización en las facetas del arte que se ajustan a las posibilidades reales de cada persona. En el caso anterior de la silla de ruedas, se podría potenciar por ejemplo el trabajo de suelo, dada la alta probabilidad de que en un conflicto el agredido pueda caer de la silla. O realizar defensas a nivel alto, puesto que probablemente el agresor estará de pie. Y contrataques a zonas vulnerables que sean fácilmente alcanzables desde la silla.  En estos casos las adaptaciones estarían más orientadas a la selección del tipo de técnicas a trabajar según cada situación, y no a la modificación técnica propiamente dicha.

• Por otro lado, hay quienes opinan que no todo el mundo puede practicar artes marciales tradicionales, ya que ciertas discapacidades pueden requerir de adaptaciones profundas o dificultar la comprensión de conceptos fundamentales. Tal vez sí se podrían hacer trabajos específicos, pero que no deberían considerarse como artes tradicionales, ya que estos cambios sustanciales harían perder la esencia y los principios fundamentales del sistema. Existen como alternativa algunas artes marciales específicas para discapacitados, como el Sistema DIFISEN.

• Finalmente, puede criticarse incluso la funcionalidad de estos sistemas específicos, concluyendo que no es factible la práctica de artes marciales, ni tradicionales ni específicas, por personas con ciertas discapacidades.

Una vez analizadas todas estas posturas, llegó en momento de la pregunta que da pie a la encuesta: ¿cuál de estas cuatro visiones de las artes marciales adaptadas se ajusta más a la tuya?

Juan Antonio García Ruiz
www.karatekidokan.com