Shang Chi: ¿vuelve el cine de artes marciales?

Un refresco grande, una bolsa de palomitas y algunas gominolas. Mi hermano y mi sobrino pequeño a un lado. Mis hijos y mi mujer al otro. Se apaga la luz de la sala y me dispongo a disfrutar de la nueva película de Marvel: Shang Chi y la leyenda de los 10 anillos. Tenía muchas ganas de verla porque… ¡Marvel y artes marciales! ¿Se te ocurre una combinación mejor? Lo cierto es que no conocía los comics en los que se basa la película (y me parece que la historia tiene poco que ver con eso) pero a priori tenía muy buena pinta. Como curiosidad, parece que ya hubo un intento de llevar este comic al cine con Brandon Lee como protagonista, pero no llegó a buen puerto.

No encontramos al malogrado hijo de Bruce Lee a la cabeza del reparto, sino al desconocido actor y especialista chino-canadiense Simu Liu como Shang Chi, acompañado por Fala Chen como su hermana Leiko Wu y por Awkwafina, que interpreta a su compañera y amiga Katy (puede que la recordéis de Ocean´s 8). Al que seguro que sí conocéis es a Ben Kingley, que interpreta una vez más al actor dramático que se hizo pasar por el terrorista llamado el «Mandarín» en Iron Man 3. Y también os sonarán otros dos actores, pero esta vez de películas marciales. Por un lado, el auténtico «Mandarín» es interpretado por Tony Leung, que seguro que recuerdas por dar vida a Espada Rota en Hero. Por otra parte, tenemos a Michelle Yeoh como Jiang Nan, que aparece en infinidad de títulos de éxito, algunos del género marcial como Fearless o Tigre y Dragón.

Shang Chi en los comics y en la película de Marvel

No quiero desvelaros nada, pero sí os diré que la primera parte del film me ilusionó, porque encontré muchos elementos del cine de acción y artes marciales. Por supuesto, tenemos a un artista marcial en apuros, que fue entrenado duramente desde su niñez y que vive en la clandestinidad. Además, se ve envuelto en una trama que le enfrenta a hordas de guerreros de una organización mafiosa china, cual los ninjas de películas de antaño, vestidos de negro y saliendo de todas partes como en la saga de El Guerrero Americano o los esbirros del Clan del Pie en Las Tortugas Nija. Las coreografías de los combates están basadas claramente en el wushu e incluyen multitud de acrobacias al más puro estilo de Jackie Chan y el cine de Hong Kong. Incluso la compañera de Shang Chi, que pone el contrapunto cómico, me recodó un poco en ese aspecto a Samo Hung. Para que te hagas una idea, las primeras peleas se desarrollan en un autobús y en unos andamios de bambú (tal vez se inspiraron el Hora Punta 2), para pasar luego a un combate uno contra uno en una jaula clandestina similar a las de MMA. Hasta aquí, puro cine marcial.

Las coreografías de la película son muy acrobáticas

Pero entonces empieza a complicarse la trama, y hay una segunda parte de la película en la que la acción da paso a la exposición del argumento, más pausada (en esta parte mi sobrino pequeño estuvo a punto de quedarse dormido). Hay una escena en la que se atisba esa relación maestro-alumno que tanto nos gusta a los amantes de las artes marciales en el cine, pero muy breve y muy superficial. Una mano cerrada que se convierte en mano abierta… y ahí queda todo. Tuve la sensación de que tal vez grabaron más sobre esto, pero recortaron por ahí (en mi opinión, siguen sobrando 15 o 20 minutos de metraje).

Lo más interesante marcialmente hablando es que llegados a este punto va apareciendo cierta variedad de armas, con el bastón largo como protagonista, pero también con arcos, espadas y lanzas y lo que creo que es un shéng biāo (un arma tradicional china que consiste en un dardo atado a una cuerda). También se pueden identificar algunos movimientos de las formas tradicionales. Por ejemplo, el movimiento látigo simple parece haberle gustado al director, porque se ve claramente varias veces.

Los efectos especiales cobran mucho protagonismo al final de la película

Y luego… luego Marvel se come la película. El estilo de otras películas de la firma sale a relucir y se sustituyen las acciones marciales por los efectos especiales. Nada que ver con el combate de Bruce Lee y Chuck Norris en El Furor del Dragón o con el enfrentamiento entre Kurt Sloane (Jean Claude Van Damme) y Tong Po en Kickboxer.

La pantalla se llena con luces de colores a raudales, movimientos de cámara imposibles, criaturas sobrenaturales, armas tecnológicamente avanzadas…y el poder de los 10 anillos se desata en todo su potencial. ¡Ojo, que me encantan las pelis de Marvel! Y mi sobrino se espabiló. Pero no es cine marcial, es otra cosa.

Por cierto, diría que los 10 anillos están erróneamente basados en los anillos de Hun Gar, unos aros metálicos y pesados que me ponen en los antebrazos a modo de pesas para fortalecer la musculatura. Y digo erróneamente porque no son armas ni mucho menos, sino implementos para el trabajo físico, aunque en realidad en la película su uso no se basa ni de lejos en el combate tradicional.

Los anillos de Shang Chi y los anillos que se usan en wushu como herramienta de fortalecimiento

Por supuesto, no os voy a contar en final. Pero sí que disfruté de la película porque encontré muchas cosas del cine clásico de artes marciales, aunque a medida que avanzaba se fue convirtiendo en una cinta con el sello Marvel.

Como es marca de la casa, la escena postcréditos deja abierta la puerta a una segunda parte. ¿Volveremos a ver a Shang Chi peleando cuerpo a cuerpo con otro ejército de esbirros pseudoninjas? Y lo que es más importante: ¿vuelve el cine clásico de artes marciales? Yo ya estoy deseando volver sentarme otra vez en la butaca rodeado de mi familia, con mi refresco, mis palomitas y mis gominolas.

Juan Antonio García
www.kidokandojo.com

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