Nihon ni ikimasu: diario de un viaje a Japón (3)- Okinawa, la cuna del Karate

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Después de nuestro periplo por Tokyo, practicando en el Hombu Dojo de la JKA, y por el Butokuden de Kyoto, nuestro próximo destino ha sido…¡¡¡Okinawa!!!! ¡Esa pequeña isla de la que tantas veces le hablamos a nuestros alumnos! Y digo pequeña porque su extensión es aproximadamente el doble de la ciudad de Madrid. Okinawa es conocida por la longevidad de sus gentes, sus hermosas playas… y sobre todo por ser «la cuna del Karate». Nosotros hemos disfrutado de la hospitalidad de los okinawenses y de algún que otro agradable baño, pero sobre todo veníamos a practicar, a aprender y a respirar karate por todos los poros de nuestra piel. ¡Y vaya si lo hemos conseguido!

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Miguel Da Luz, del Centro de Información del Karate de OKinawa

En primer lugar, si queréis practicar karate tradicional en la isla, la mejor opción es contactar con Miguel Da Luz, del Centro de Información del Karate en Okinawa. Con tiempo, él os pondrá en contacto con los maestros para poder practicar en los dojos más importantes. A pesar de que no lo reconoce por modestia, habla español excepcionalmente bien, así que el idioma no será un problema. Por cierto, la sede de esta oficina se encuentra en las instalaciones del Kaikan, un conjunto de instalaciones dedicadas en exclusiva al karate y donde podréis encontrar un fabuloso y moderno museo. ¡No os lo perdáis!

Dos de los estilos tradicionales de karate que se practican de Okinawa son el Goju Ryu (heredero de la tradición del Naha Te) y el Shorin Ryu (que deriva principalmente del Shuri Te). Pero vamos por partes.

Nosotros, a pesar de ser practicantes de Karate Shotokan, tenemos el privilegio de aprender desde hace años de excelentes maestros de Karate Goju Ryu aquí en España. Con su ayuda vamos poco a poco conociendo el estilo , y han tenido la consideración de interceder por nosotros, concediéndonos la oportunidad de practicar en el Dojo de su maestro, ni más ni menos que Morio Higaonna Sensei, Cinturón Negro 10º Dan y uno de los principales representantes de este estilo en Okinawa y a nivel mundial.

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Éste es el dojo de Higaonna Sensei. Así son los dojo en Okinawa.

Cabría pensar que la escuela del maestro Higaonna en Okinawa es un gran edificio, con muchas salas, en un lugar destacado. Pues… no exactamente. De hecho, podrías pasar por la calle y no darte ni cuenta de que es un dojo de karate. Es una casita de dos plantas, con unas palabras y el escudo de la escuela pintado en la pared. En la planta de abajo está el dojo. En la de arriba vive el maestro. Así de sencillo.

Allí imparten clases, además de Higaonna Sensei, otros maestros como Kuramoto Sensei y Uehara Sensei.

Del primero nos llevamos su gran fortaleza, la gran importancia que da al fortalecimiento a través del Hojo Undo y la charla (entre el japonés y el español) que tuvimos delante de unas cervezas nuestro último día en las Ryu Kyu, cuando coincidimos por casualidad en el bar de un amigo suyo.

De Uehara Sensei destacaría la técnica, las numerosas correcciones que nos hizo y su gran interés por ayudarnos a mejorar.

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El autor junto a Higaonna Sensei, Kuramoto Sensei y otro compañeros

Sin embargo, el momento culminante para nosotros se produjo, sin duda, durante un entrenamiento con Kuramoto Sensei en el que el maestro levantó la vista hacia la puerta. Cuando nos volvimos, pudimos ver como Sensei Morio Higaonna en persona entraba en el dojo. Desde ese momento se hizo cargo de la clase y nos puso literalmente al límite, con un altísimo número de repeticiones de la técnicas, flexiones… yo ya no podía más, y seguramente los compañeros tampoco porque Higaonna Sensei decidió dar por terminada la clase un rato antes de lo que estaba previsto. ¡Hay que entrenar más!

También tuvimos el placer de visitar a otro maestro de Goju Ryu y 10º Dan, Tetsuhiro Hokama Sensei, que ha montado en su escuela otro Museo del Karate y el Kobudo. Un lugar donde disfrutar de la historia del karate a través de numerosas fotografías, utensilios, armas de kobudo y objetos de hojo undo. Una colección que el maestro Hokama ha ido recopilando durante años y que está expuesta en la segunda planta de su dojo, que se encuentra además en su casa.

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Con Hokama Sensei en su Dojo

Nos invitó a te verde y charló con nosotros largo y tendido, mostrándonos su peculiar visión del karate. A su carácter particular hay que añadir que no está ligado a ninguna asociación u organismo. Como él mismo dice, esto le permite ser libre en su práctica y sus enseñanzas. A algunas de las preguntas que le hicimos quiso respondernos físicamente, por lo que sufrimos en nuestras propias carnes varias aplicaciones de derribos y de kyusho, los famosos «puntos vitales», que si no fueron mortales si al menos provocaron bastante dolor.

Pero no todo iba a ser Goju Ryu ¿verdad? Por eso nos sentimos muy agradecidos de poder practicar en otro importante dojo, el del maestro Minoru Higa, también Cinturón Negro 10º Dan y uno de los máximos exponentes del Shorin Ryu.

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Algunas correciones de Higa Sensei, C.N. 10º Dan de Karate Shorin Ryu

En el Dojo Kyudokan nos recibieron con los brazos abiertos. La práctica comenzó con una serie de repeticiones de cerca de 400 puñetazos directos o tsuki, a lo que siguieron otras técnicas básicas y finalmente la ejecución del kata Naihanchi, a la qje equivale la Tekki Shodan de Shotokan. El maestro mostró su interés por nuestro estilo y nos instó a que ejecutásemos Tekki delante de la clase, y luego también a petición suya realizamos Jitte y Jiin. Después de la clase, un poco de makiwara y…¡a cenar! Higa Sensei , junto con su familia y algunos alumnos, nos invitó a cenar en un bar de la zona, y junto a él comimos el famoso «goya» okinawense, un tipo de pepino amargo al cual se le atribuyen propiedades beneficiosas para la salud.

Podemos decir, después de haber conocido y practicado con maestros como Higaonna Sensei, Higa Sensei y Hokama Sensei, que hay tres ideas que definen el karate okinawense: trabajo, humildad y respeto por la tradición. Las tendremos muy presentes.

Y a pesar de lo que pueda parecer, el karate nos ha dejado tiempo para hacer otras cosas, como… descansar. ¡Afortunadamente, porque los maestros nos han llevado al límite! Y aprovechamos ese tiempo para hacer visitas culturales, por ejemplo al Castillo de Shuri.

 

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En el Castillo de Shuri en Okinawa

Míticas son las fotos de practicantes de Karate en su patio central, y nosotros también queríamos fotos allí con nuestro karategui. Lamentablemente la fachada principal está de obras y no puede contemplarse en todo su esplendor, y nosotros tampoco es que aportemos mucha belleza a las imágenes ¿a que no?

También nos dejamos caer por otro de los atractivos turísticos por excelencia de Okinawa: su impresionante acuario. Miles de especies marinas de todas las formas y colores entre las que disfrutamos como niños, especialmente viendo a los espectaculares tiburones ballena. Solo hay tres recintos en el mundo capaces de albergar a estos majestuosos y poderosos animales de unos 12 metros de largo, que nos recordaron (porqué no decirlo) a los maestros de karate okinawenses: tranquilos y apacibles en apariencia, elegantes en sus movimientos, pero capaces de arrancarte la cabeza de un solo golpe.

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Armas tradicionales de Kobudo del museo de Hokama Sensei

Y estando en Okinawa no queríamos dejar pasar la oportunidad de practicar Kobudo, y profundizar un poquito más en el manejo de las armas de la isla. Para ello, en primer lugar pretendíamos aprovechar que en estos días ha impartido aquí un curso el maestro Kenyu Chinen, 9º Dan de Matayoshi Kobudo y que reside en Europa. Teníamos todas las autorizaciones y permisos, pero cuando llegamos al Karate Kaikan, sede del curso, se nos explicó que se había producido un cambio de planes y que la jornada era solamente para miembros de la Asociación Oshukai. Aún no comprendemos bien qué ha sucedido, pero ha sido una verdadera lástima. Y tampoco pudimos practicar kobudo, como esperábamos, con Gibo Sensei, de la Shodokan, por un malentendido con las clases y horarios. Así que nos quedamos con las ganas de practicar el manejo de las armas okinawenses, y tuvimos que dejarlo para nuestra próxima visita. ¡Espero que sea pronto!

Lamentablemente, nuestro tiempo en Okinawa se acabó. Y habríamos llorado de camino al aeropuerto por todo lo que dejábamos atrás si no fuese porque el avión al que nos dirigíamos no iba a llevar a practicar con uno de los más importantes budokas de nuestra era: el maestro Kuniyuki Kai, Tesoro Viviente de Japón.

Juan Antonio García Ruiz
www.karatekidokan.com

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